En el año 1900, justo cuando comenzaba el siglo XX, la esperanza de vida en España era de 35 años. Esto era así por la elevada mortalidad infantil. Si conseguías sobrevivir a los primeros cinco años de vida, entonces podías llegar a los 50 años. Un siglo después, en el 2000, la esperanza de vida era de 78 años, y hoy se sitúa en 82, lo que convierte a nuestro país en uno de los más “longevos” del mundo. Pero nos queda mucho por avanzar. Y es que la esperanza de vida puede incrementarse exponencialmente gracias a los avances de la inteligencia artificial. Las personas que nacen hoy vivirán 120 años, según sostiene Omar Hatamleh, director de Inteligencia Artificial en el Centro Goddard de la NASA (y antes responsable de la estrategia de TI de la agencia espacial) y autor del libro Esta vez es diferente.
En una entrevista concedida a CIO ESPAÑA, el ingeniero granadino asegura que las nuevas generaciones no sólo llegarán a esta edad, sino que lo harán en buenas condiciones físicas y mentales. Y eso será una realidad gracias a cuatro adelantos impulsados por la inteligencia artificial. “Hoy clasificamos el envejecimiento como una enfermedad, pero ya sabemos qué lo produce. Podemos influir en la genética gracias a la tecnología CRISPR (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, una familia de secuencias de ADN de origen viral). El siguiente paso será crear gemelos digitales de todos los humanos, algo que próximamente será posible gracias a la computación cuántica y la IA. Estos gemelos estarán basados en nuestra genética y nuestro estilo de vida, y nos permitirán no solo curar enfermedades, sino anticiparnos a ellas”, explica. “Además, vamos a poder imprimir órganos en 3D e introducir nanobots en la sangre que nos ayuden al cuidado de la salud”, lo que, según el escritor granadino, que va a donar el cien por cien de lo recaudado por este libro a la ONG ‘Sonrisas sin cáncer’, alargará exponencialmente nuestra esperanza de vida y la calidad de la misma.
En su libro Esta vez es diferente Hatamleh habla de tres tipos de IA: la básica, la general y la superIA. La básica, que es la que estamos viviendo hoy, ya arrancó en 1956, pero sufrió muchos parones en su desarrollo. En esta primera fase se han desarrollado redes neuronales muy potentes capaces de imitar aspectos del pensamiento de las personas. “Cuando se tiene un algoritmo complicado hace falta un sistema de computación muy robusto. Los GPU usados inicialmente para videojuegos se pudieron adaptar para usar en la IA y ahora se puede tener esos recursos a un precio muy bajo. Si ya tenemos los algoritmos y la computación, solo hacen falta los datos y con Internet tenemos acceso a ellos para entrenar los modelos de IA”, explica.
Con estos cimientos, el ingeniero asegura que antes de que termine esta década entraremos en la era de la ‘inteligencia artificial general’. “Ahora las IA que tenemos son muy buenas en alguna cosa específica, pero cuando lleguemos a la inteligencia artificial general lo van a ser en varios temas y van a poder razonar a un nivel muy parecido a las personas. Van a tener pensamiento crítico, resolver problemas mucho más complicados y eso va a ser un punto de inflexión que, combinado con robots humanoides, va a tener un impacto que no se ha conocido en la historia de la humanidad”, aseguró.
El ingeniero asegura que antes de que termine esta década entraremos en la era de la ‘inteligencia artificial general’
El coeficiente intelectual ya no importa
Omar, natural de Granada aunque residente en los Estados Unidos desde que tenía cinco años, advierte sobre los cambios que se avecinan en un escenario donde el coeficiente intelectual de las personas ya no será relevante. “Los programas de IA van a llegar a un nivel de coeficiente intelectual mucho más alto al de las personas, pero hay muchas más dimensiones de la inteligencia”.
En este punto, resalta la importancia del cociente de adaptabilidad. “Tenemos que aprender y desaprender. Debemos olvidar las cosas antiguas que ya no tienen sentido y aprender otras nuevas que sean más relevantes. Necesitamos pensamiento crítico, ‘out of the box thinking’, innovación, creatividad y lo más importante: aprender a pensar un sistema exponencial”.
“Los humanos hemos evolucionado en términos lineales. En nuestros 300.000 años de existencia todo cambiaba muy lentamente. Hay que adaptar a nuestra mente a pensar de manera exponencial y entender que el aprendizaje debe ser constante. Yo todos los días me levanto a las cinco de la mañana y empiezo a leer artículos y si un día no lo hago me siento perdido”, confiesa.
Foundry
No se necesitarán tantos ingenieros
Hatamleh trabaja en el Centro Goddard de la NASA, que congrega a la mayor organización de científicos e ingenieros dedicados a expandir el conocimiento de la Tierra, el sistema solar, y el universo. Sin embargo, piensa que un futuro muy próximo ya no serán necesarios tantos especialistas en tecnología. “Si hoy hacen falta 20 ingenieros para hacer un trabajo, pronto harán falta 10 y luego 5, 2 o solo 1. Y lo mismo va a pasar con médicos o abogados. Las únicas áreas donde no van a disminuir los puestos de trabajo e incluso podrían aumentar son las creativas, como la música”, asevera.
A este colectivo suma también el de los especialistas en ética o filosofía, más necesarios que nunca para terminar de construir la IA. “Los desafíos éticos son más difíciles de resolver que los temas técnicos”, asegura tras remarcar que es imprescindible integrar a estos profesionales en el desafío de una legislación que proteja a las personas sin frenar por ello la innovación.
En su opinión, durante una primera fase de la inteligencia artificial general habrá más trabajos desplazados que creados. “Esto supone un problema. En Estados Unidos, el 80% de los impuestos vienen de los ciudadanos. Si la empresa sustituye máquinas por personas, ¿quién va a pagar los impuestos”, ejemplificó.
Un nuevo modelo laboral que sustituya al de Henry Ford
Hatamleh recuerda que la jornada laboral que conocemos hoy –cinco días a la semana, ocho horas al día– data de 1926 y fue impulsada por Henry Ford, hace ahora casi 100 años. “La evolución que tiene sentido es que empecemos a disminuir los días de la semana y las horas de trabajo, al menos en países desarrollados”, dijo el ingeniero, quien recordó el 30% de la población mundial no tiene hoy acceso a Internet.
También cuestiona el sistema de jubilación, en un escenario donde previsiblemente viviremos 120 años. “No va a tener ningún sentido el sistema que tenemos ahora y hay que dar opciones diferentes”. “¿Qué comunidad va a sostener a billones de personas si no tienen acceso al trabajo porque lo desarrolla la IA?, se pregunta.
Hay más riesgos, y el autor de Esta vez es diferente no elude ninguno en su obra. Como por ejemplo, el hecho de que algunas personas consideren a la IA como un dios moderno. “Desde el principio de humanidad las cosas que entendemos y son muy poderosas son consideradas como un elemento divino. La inteligencia artificial general va a ser tan potente que mucha gente va crear sectas y quizás una posible religión”, profetiza.
Asimismo, advierte sobre la necesidad de una regulación eficiente que permita evitar los monopolios, proteger a la infancia de riesgos indeseados y ofrecer alternativas para que los algoritmos no radicalicen a las personas. “Si tú estás viendo a un político específico y le das un ‘like’, el sistema te va a conducir a un túnel de contenidos donde no te ofrece otros puntos de vista”, dice. “Hemos creado ahora una humanidad que es un poco negativa. Por ejemplo, estás en un bar, ves a dos personas peleándose y lo primero que hace la gente sacar el teléfono y hacer un vídeo para ponerlo en Youtube y que obtener ‘likes’. En vez de ayudar a las personas a llegar un pacto nos hemos convertido en una especie que está lejos de ser humanos”, concluye.
¿Puede la humanidad como colectivo aprovechar plenamente el potencial ilimitado de la IA y al mismo tiempo sortear con éxito las complejidades de sus consecuencias no deseadas? Esa es la gran pregunta que Omar Hatamleh nos plantea en su última obra.
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