Las distintas herramientas que se engloban dentro de la etiqueta de inteligencia artificial tienen una serie de características comunes, independientemente del campo en el que se apliquen: cuentan con un gran potencial de aprovechamiento pero implican a su vez una serie de retos, tanto desde la parte operativa como desde otros aspectos como pueden ser el ético. Su uso en el sector de la educación ejemplifica bien esta dualidad, como reconocerán sin duda los y las responsables de la parte de infraestructura de cualquier institución de enseñanza.
Según un reciente estudio de Empantallados y GAD3, la inteligencia artificial está bastante asimilada entre las distintas capas del sistema educativo español. Un 82% de alumnado dice haber empleado ya herramientas inteligentes, frente al 73% del profesorado y el 69% de las familias. En su mayoría han utilizado sistemas de IA Generativa, aunque habitualmente lo hacen como pruebas. Por ejemplo, si el 91% del alumnado ha preguntado algo a este motor, el porcentaje de quienes lo usan frecuentemente baja al 40%. Hay una tendencia generalizada a utilizarlo para buscar información o explicar contenidos trabajados en clase.
Cómo se integra la IA en la educación
Sin embargo, las posibilidades de la inteligencia artificial en el sector educativo van más allá. La Universitat Oberta de Catalunya, la UOC, cita varios casos de uso, como la creación de servicios a través de API específicas para el ámbito de la enseñanza, que pueden ayudar a automatizar tareas del profesorado como pueden ser la evaluación de estudiantes o la gestión de las clases. Se pueden emplear para crear asistentes virtuales o avatares que trabajen en distintos idiomas, para personalizar el plan de estudios de cada estudiante, para traducir materiales a distintos idiomas o ejecutar más ágilmente formación online. Las posibilidades son enormes.
Lourdes Villalustre, profesora de TIC aplicadas a la educación del departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo, confirma que sí se están empleando herramientas inteligentes. En su caso las emplea, tanto ella como su alumnado, dentro de la propia asignatura que imparte, siempre con “un proceso previo de aprendizaje para el uso responsable de esa inteligencia artificial”. Villalustre está además en contacto con instituciones de enseñanza no universitaria en las que también se utilizan. Aquí son las personas docentes las principales usuarias, principalmente “para agilizar la tarea administrativa, no tanto para que los niños de educación primaria o secundaria las utilicen en sí, sino para su labor docente”. Son usos de tipo rutinario, como organización de horarios o de tareas, en las que se trabaja con información pública y no con datos personales.
Estas aplicaciones pueden suponer una reducción interesante de la carga de trabajo del personal docente, a quienes muchas veces sobrepasan la parte más burocrática de la enseñanza. Carlos Garriga, CIO de IE University y miembro del CIO Executive Council en España, lo resume: “Es aumentar las capacidades del profesorado, jamás sustituirlo sino hacer que sea mucho más eficiente, que tenga más tiempo para dedicarse a lo verdaderamente importante, que es transmitir conocimiento”. Esto se consigue mediante el desarrollo de herramientas inteligentes destinadas a “tareas que no aportan tanto valor que se pueden automatizar parcialmente”, en las que van “siempre muy de la mano con el claustro, que al final son los que tienen que adoptar estas nuevas tecnologías”.
Sin embargo, su implementación necesita de cierta reflexión, como recordaba en una reciente entrevista Stefania Giannini. La subdirectora general de Educación de la UNESCO llamaba a preguntarse si debe emplearse la IA en tareas como la decisión de las admisiones universitarias (algo que tiene más importancia en otros países que en España), en el resumen de trabajo, si se deben dejar como apoyo en exámenes o si deben ser una guía efectiva. “La madre de todas estas preguntas es quién decide qué y con qué propósito, y es ahí en donde interviene la visión de la UNESCO: la tecnología no es neutral y debe ser dirigida por nuestro albedrío. La tecnología en nuestros términos se aplica bajo nuestras condiciones”.
Desde el World Economic Forum se enfatiza la necesidad de que las aplicaciones dirigidas al ámbito educativo se desarrollen de forma colaborativa y con la igualdad en el foco
Adaptar las herramientas inteligentes
También desde el World Economic Forum se enfatiza la necesidad de que estas aplicaciones se desarrollen de forma colaborativa y con la igualdad en el foco. Villalustre, quien también fue directora del INIE, el Instituto de Investigación e Innovación Educativa de la Universidad de Oviedo, apunta en esta dirección al señalar que “las herramientas que se están utilizando ahora de inteligencia artificial en el ámbito educativo no están creadas para ese fin. Yo creo que ese es uno de los principales problemas que tenemos”, incide. “Son herramientas más de usuario, a nivel de calle, no creadas exprofeso para el ámbito educativo”.
Esto ha supuesto un reto (“como siempre nos pasa en educación”, añade) en el sentido de tener que integrar herramientas ajenas al sector. Desde su perspectiva, “se debería hacer un esfuerzo, yo creo que económico, de dotar de infraestructura al ámbito educativo para crear herramientas y recursos con inteligencia artificial” para, dice, “no solo facilitar la organización y la gestión educativa sino también lo que es el propio proceso de aprendizaje a través de la personalización”. Garriga apunta que este problema de la falta de personalización de herramientas es similar al que se debe hacer en otras industrias o sectores de actividad, cuando tienen que entrenar a modelos genéricos para propósitos determinados.
En esta necesidad de desarrollo de aplicaciones específicas, Villalustre incluye otro aspecto a tener en cuenta: “La inclusión efectiva de estudiantes con discapacidades y dificultades de aprendizaje, que no los podemos dejar tampoco al margen al utilizar este tipo de herramientas”. Cuando se habla de la incorporación de nuevas tecnologías en la docencia hay otra doble perspectiva a considerar: por un lado, pueden servir para formar en nuevas tecnologías, pero también hay una brecha digital que corre el riesgo de agrandarse.
Sobre esto también incide el World Economic Forum cuando recomienda asegurar la viabilidad económica y el acceso a oportunidades de aprendizaje en IA para prevenir profundizar en estas diferencias o crear otras nuevas. Aprovechar las herramientas inteligentes “requiere una inversión sustancial no solo en los propios productos, sino también en la infraestructura de soporte, entrenamiento y protección de datos”.
La entrada en educación de la IA generativa
Si una tecnología ha impactado con fuerza en educación, sin duda es la inteligencia artificial generativa, como apuntaba el estudio de Empantallados y GAD3. El uso de sistemas tipo ChatGPT puede suponer un apoyo más que interesante, pero tiene distintas connotaciones. La primera: saber usarlo de forma crítica.
En esta línea apuntan las recientes guías que se han lanzado desde instituciones académicas como la Universidad de Vigo, la de La Rioja o la Alfonso X el Sabio. En la de Oviedo, donde da clase Villalustre, no cuenta con un protocolo específico, sino que de momento esperarán a que el Principado de Asturias apruebe la norma en la que están trabajando que regula su uso en la administración pública. Fuera del ámbito universitario, el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF) ha presentado recientemente una guía sobre el uso de la IA en general.
“Sería absurdo cerrar los ojos, abordarlo de una manera coercitiva o prohibiendo el uso”, repone Garriga. “Lo que hacemos es enseñar a nuestros alumnos cómo utilizar y desarrollar las habilidades necesarias para hacer un uso efectivo, con pensamiento crítico”. Esto no quita que siga siendo necesario “un conocimiento nuclear básico”. Lo ejemplifica con la calculadora: puede haberse integrado su uso, pero se sigue teniendo que aprender a sumar.
Sí obliga a ciertos cambios en la programación didáctica, señala, porque ya no hace falta el mismo esfuerzo que antes en tareas como investigar o estructurar un borrador. También tendrá impacto en la forma de evaluar los conocimientos, tanto en el sentido de que habrá que evolucionar desde los formatos clásicos de trabajo o examen como en que ahora se va a valorar “otro tipo de habilidades”, como ir “un paso más allá en llegar a conclusiones extra”. Para Garriga, la idea clave de todo esto es que la escuela es una preparación para el entorno laboral y, con el uso de inteligencia artificial, pasa lo mismo. “Es lo que te vas a encontrar en la vida fuera”, sintetiza. De ahí la necesidad de integrar estas herramientas en toda la práctica docente.
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